Cuando preferimos tolerar que comunicar aquello que nos incomoda, o cuando anteponemos las necesidades de los otros a las nuestras, son señales de que nos hace falta aprender a establecer límites.
La falta de autoconfianza genera miedo a sentirnos juzgados, rechazados, o con temor a quedarnos solxs por establecer límites. Además creemos que al hacerlo dañaremos la relación, o incluso pensamos que ese vínculo, amistad o empleo, se perderá para siempre.
En la cultura del “sacrificio”, tan arraigada en nuestras familias y ambientes de trabajo, poner límites ¡es impensable! Queremos evitar que nos perciban como personas egoístas, malas o sin corazón.
Pero… ¿dónde quedan tus intereses, valores y deseos?