¿Y si poner límites fuera el mayor acto de amor propio?
Sep 11, 2025A veces creemos que poner un límite significa levantar una muralla.
Decir “hasta aquí” como si fuera una guerra.
Sin embargo, los límites auténticos nunca son gritos,
jamás serán castigos.
Son recordatorios silenciosos de lo que eliges sostener.
Un límite sano nace del amor propio.
Nunca busca controlar al otro.
Se trata de ti.
De tu bienestar.
De tu manera de habitar el mundo.
Cuando eliges un límite, jamás cierras puertas.
Abres espacio para respirar.
Para brillar sin apagarte.
Para dar sin desangrarte.
Y sí, duele a veces.
Pues cuando decides dejar de complacer, alguien se incomoda.
Cuando dejas de ser “obediente”, alguien se queja.
Y entonces descubres algo inmenso:
tu paz interior nunca más va a depender de que todxs estén felices contigo.
Ahora dependerá de que tú estés en paz contigo mismx.
Un límite es un acto de confianza en ti.
Es reconocer: soy responsable de cuidarme,
y desde ahí, puedo compartir lo mejor de mí.
Así que la próxima vez que evites ponerlo,
pregúntate…
¿Qué estás eligiendo?
¿Seguir olvidándote de ti para complacer?
¿O crear una vida donde tu amor propio marque el camino?
El límite jamás es contra alguien.
Siempre es a favor tuyo.
Y cuando te eliges así…
todo tu mundo empieza a ordenarse distinto.
Nilda.